Una sonrisa

Había una vez una sonrisa que nació un martes. Nació tímida e introvertida porque sus amigas la habían dicho que los martes no eran buen día para salir a la luz. Ella no lo entendía, pensaba que una sonrisa tenía que nacer cualquier día, pues su misión era iluminar, pero claro, después de tantos comentarios estaba asustada.

¿Y si no salía bien y no era capaz de hacer sonreír a nadie? ¿Y si la veían y no gustaba?

Ya había oído que en alguna ocasión esto había ocurrido, aun así ella tenía esperanza.

Buscó la forma de salir, de iluminar, de contagiar.

Tardo muchas horas en conseguirlo, ya estaba cerca de acabar su primer día, y su esperanza se había tambaleado unas cuantas veces.

Cuando cayó la noche, consiguió ver la luna, las estrellas, la intensidad del cielo y brilló.

Brilló tanto y tan intenso que se vio desde todas las partes del universo.

Y es que sin sonrisas no se puede vivir.

Busca la tuya e ilumina.