Es curioso cómo viene la inspiración, en qué lugares puedes
encontrarla, o como surge de un comentario, de una acción o de un pensamiento.
Hoy voy a contaros una pequeña historia, inspirada en un
comentario de Angie, el cual fue como un botón en mi cabeza que hizo que
quisiese escribir un pequeño cuento.
Antes de nada, Angie, gracias por inspirarme =)
Y ahora sí, espero que lo disfrutéis.
“A personas
idiotas, sentidos apagados”
Unos días
atrás no habría pensado en lo que parecía ser una mochila abandonada, pero
después de haber perdido la suya, todo bulto sospechoso llamaba su atención.
Miro a
ambos lados, comprobando que nadie hubiese reparado en ella o en la mochila,
tampoco quería que estuviese su dueño o dueña delante y llevársela sin más. Se
agachó, la cogió, se la colgó del hombro y corrió.
Tras más de
quince minutos corriendo y habiendo llegado a un descampado solitario, se
sentó, respiró hondo, cerró los ojos con fuerza, abrió la mochila.
Su sorpresa
fue inmensa cuando descubrió que dentro había una piedra del tamaño de una nuez
y un cuaderno. Lo abrió. El cuaderno estaba escrito hasta la mitad. Volvió a la
primera página. Cuando se disponía a ponerse cómoda para empezar la lectura un
papel cayó de entre las hojas. Rezaba así “a personas idiotas, sentidos
apagados”. No sabía de qué iba la vaina, pero lo averiguaría.
Comenzó su
lectura. El cuaderno estaba escrito a mano, tenía indicaciones para detectar
personas idiotas, comportamientos habituales. Métodos para mejorarse uno mismo,
cuentos reveladores de pequeños detalles que en la vida pasaban desapercibidos.
Mensajes ocultos.
Tras varias
páginas leídas, la letra cambiaba. Ahora hablaba del hallazgo por casualidad de
este cuaderno. Seguía su temática, y ponía su punto de vista. Explicaba sus
experiencias relacionadas, e introducía un nuevo tema.
Después,
otra letra. Era otra persona. Pasó las páginas rápidamente. Habrían escrito
seis personas diferentes. Ella era la séptima. Cada persona reflexionaba sobre
el comienzo, contaba sus experiencias, debatía acerca de los mensajes
anteriores, proponía un tema nuevo.
Todos
cerraban sus escritos, pidiendo que se siguiese la cadena, y que cerrasen sus
oídos y sentimientos a personas estúpidas. Ellos tenían su verdad, moldeable,
adaptable, pero con claros objetivos.
Se sintió
extremadamente afortunada. Desde un principio la idea de pertenecer a un grupo
de personas, que altruista y misteriosamente compartían así sus pensamientos la
había maravillado. Pondría como no su grano de arena, y lo dejaría en algún
lugar donde alguien pudiese cogerlo de nuevo.
Un día,
estaba haciendo una sesión de fotos en una iglesia abandonada, y mientras
colocaba todo mi equipo, debajo del altar, encontré una mochila. Lo abrí, y vi
el cuaderno. Durante la sesión de fotos no pude dejar de pensar en él. Ansiosa
estaba por llegar a casa y sentarme a leerlo.
El cuaderno
estaba completo, decidí que seguiría con el ejemplo de los anteriores, pues 40
años tenía y había llegado vivo hasta mí. Tendría que al menos intentarlo.
Relaté en
el nuevo cuaderno la historia, cómo había encontrado el cuaderno y que había
leído en él. Que me había inspirado y que había conseguido.
Mi frase
final fue: “recuerda, encontrarás muchas personas idiotas a lo largo de tu
vida, de ti depende tu modo de enfrentarte a este tipo de gente, puedes
acobardarte, puedes destruirles, o simplemente pasar, puedes ser feliz sin
lastimarte. No olvides que un día alguien dijo: “A personas idiotas, sentidos
apagados""