Muchas personas tenemos una idea a priori según vemos a alguien por primera vez.
A menudo no nos equivocamos porque nuestro inconsciente ya ha tenido tiempo suficiente de recabar la información necesaria para hacernos una idea sobre esa persona.
Pero, en otras ocasiones, vienen los agentes del prejuicio con sus ideas arraigadas y nos distraen y confunden.
Y esto es lo que me ocurre a mí.
Cuando alguien me ve, cree que soy depresiva, con tendencias suicidas, apagada y malhumorada.
Claro está que ese pensamiento se podría quedar en su mente si no me muevo, ni hablo. Pero si interactúo, moviéndome, hablando, necesito menos de 15 minutos para ver como ese pensamiento empieza a quebrarse.
Si hay oportunidad tras la charla, oigo comentarios del tipo: “tía, pues si eres maja”, “yo pensaba que eras... no sé cómo decirlo”, “pues ha sido agradable”, “queda poca gente como tú”, “tienes un mundo interior muy amplío”, “parecías interesante pero, no me lo tomes a mal, pensaba que eras macabra”.
¿Pero cuál es el problema? ¿El color de mi estética externa? Un color que tiene unas connotaciones… negativas, por resumirlo de alguna forma rápida.
¿Acaso una persona por vestir de un color en particular no puede sentir en colores? ¿No puede amar en rojo? ¿Besar en naranja? ¿Sentir el verde esperanza? ¿Sentir paz con el azul del cielo?
¿Tan retrógrados somos que aún seguimos pensando que el color de unas prendas de ropa condiciona la personalidad de un individuo?
¿Una persona vestida con colores llamativos no puede tener una depresión?
¿Solo se suicida gente vestida de negro?
No.
Un color no determina como eres, tan solo determina como vas vestido.
No me quiero suicidar por ir de negro. No adoro ni me da morbo la muerte.
No.
No debería dar una idea de mí el color que lleve en mi ropa, sino mi comportamiento, mis actos, mis palabras o mi forma de relacionarme con el mundo.
¿Acaso yo no puedo adorar una flor por ser de otro color que no sea negro? ¿No puedo adorar el sol por no ser oscuridad?
No.
Visto de negro, sí, me gustan las calaveras, los cementerios, etc. Sí. ¿Pero qué hay de malo en ello? El negro no deja de ser un color. Las calaveras nos gustan a mucha gente. Los cementerios son tranquilos, llenos de paz, de colores, de flores y olores. Hay lugares incluso en los que sus parques, donde van a leer o a hacer picnic, son o fueron cementerios.
Amo los colores. El azul del cielo o el mar, el blanco de las nubes, el rojo de una fresa o de una rosa, el naranja del atardecer, el verde de la naturaleza, el negro de la oscuridad, el amarillo del sol, el morado o rosa de las flores, el marrón de las cortezas de los árboles. Y el gris de la lluvia.